viernes, 17 de enero de 2014

Ensayo: El Fin del Progreso, el comienzo del Futuro


 "Los hombres que se acostumbran a preocuparse por las necesidades de unas máquinas, se vuelven insensibles respecto a las necesidades de los hombres." 
                                                                                                                                              Isaac Asimov



  Conquistar el Universo ha representado siempre el anhelo máximo de la Humanidad. Por eso año a año se invierte más en Tecnología y menos en Educación y Salud. Por eso año a año se ponen en órbita satélites y se lanzan cohetes y se deja morir de hambre a millones de niños.
  Según la Real Academia Española, Progreso –del lat. progressus- significa: avance, adelanto, perfeccionamiento. Nosotros buscamos el “Progreso” en lo material y no en lo esencial. Creamos hoteles en vez de escuelas, estacionamientos en lugar de plazas. Hay guerras, hay hambre, hay enfermedades, pero también hay solidaridad, hay amor y hay esperanza.
  Debemos entender que nuestros inventos, nuestras herramientas y todo lo que nos rodea no es peligroso, lo peligroso es nuestra estupidez. La investigación, la búsqueda del conocimiento, es el motor que nos lleva hacia el progreso, si lo paramos, nos estancamos, ¿qué sentido tendrían nuestras vidas? Por más que los científicos dejen de trabajar, jamás se podría acabar la investigación totalmente, ya que la curiosidad es algo innato en el hombre que lo empuja a buscar y hallar respuestas a sus interrogantes. Entonces, no se deben frenar, ni censurar los trabajos de investigación, siempre y cuando los experimentos no perjudiquen o le causen daño a algún ser vivo; sino que se deben “reorganizar”, es decir, proseguir con las búsquedas focalizando en el anhelo de conocimiento, y no en el lucro y el poder. Mahatma Gandhi decía: “La verdadera evolución social no consiste en aumentar las necesidades, sino en reducirlas voluntariamente; pero para eso hace falta ser humildes."
  Nos creemos dioses e ignoramos lo insignificante de nuestra existencia. Competimos entre nosotros para poder triunfar y nos olvidamos de que las grandes acciones de la Humanidad se dieron cuando todos se hubieron unido. Odiamos al “otro” y nos fastidiamos al reconocernos en él. Somos la enfermedad autoinmune que desarrolló una sociedad condenada por nuestra mera condición de humanos. Somos a la vez causa y efecto de la infección que acosa a la sociedad. Un mal de la sociedad, se trata de un problema común a todos los individuos.
  Al Hombre le llevó sesenta y cinco millones de años convertirse en lo que es hoy y tan sólo un milenio para arruinarlo todo. Tenemos un increíble Planeta, lleno de vida que nos provee de todo lo que necesitamos para vivir y aún así lo destruimos. La tierra no es un planeta más; está en el lugar adecuado, a la distancia adecuada de nuestra estrella, tiene el tamaño adecuado, la composición adecuada con la cantidad de agua adecuada y todo lo necesario para que se den las condiciones para el desarrollo de la vida. Venus y Marte, nuestros vecinos más próximos, están en una zona en la que se podría desarrollar vida en ellos, pero carecen de agua y su atmósfera no es lo suficientemente densa como para albergar vida. ¡Sí! Nuestro planeta es especial, nosotros no; somos simplemente un eslabón más en la línea evolutiva hacia los grandes cerebros, y la hemos puesto en riesgo. Creo que eso de colonizar el Universo es una ilusión narcisista. Sería tan sólo un nuevo lugar donde ser mezquinos. ¿Cómo vamos a poder establecernos en otro Planeta si no sabemos cómo vivir en el nuestro? Y en todo caso ¿valdría la pena?
  Hablar de Eternidad es controversial, porque sería suponer un mundo donde nada cambie, donde todo se mantiene igual; es decir, un mundo inerte. ¿Qué sentido tiene hablar de un mundo inerte? ¿Se puede vivir en un mundo inerte si la vida es crisis? Entonces hay que hablar de Evolución de la Vida en nuestro planeta.
  Guerras, holocaustos, dictaduras, desastres naturales, todo tipo de crisis que atravesó el mundo, y sólo fue en esos momentos en los que se registró el mayor espíritu de unidad y se presenciaron las acciones solidarias más extremas. Se necesitaron de verdaderas tragedias para poder alcanzar aquel nivel de nobleza. Entonces es inevitable preguntarse ¿necesitamos catástrofes que nos hagan cambiar a la fuerza? ¿Necesitamos devastarnos por completo para renacer? ¿Vale la pena el peligro? ¡Sí! Aunque drástico, al menos parece necesario. ¿Pero debe seguir siendo así? ¿Aprenderemos algún día a ser menos brutos? ¿El fin justifica los medios? Eso es algo que tendremos que reflexionar a medida que las oportunidades para el cambio se presenten. La verdadera pregunta es, ¿qué estamos dispuestos a sacrificar?


Lucía Pereyra

Ensayo: Ciencias Morales. La dictadura mediatizada

Comunicado N° 19, 24 de marzo de 1976:

"Se comunica a la población que la Junta de Comandantes Generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de la Fuerzas Armadas, de seguridad o Policiales."
Diario La Prensa, 24 de marzo de 1976.

Aquel denominado ‘Proceso de Reorganización Militar’ fue disparador de caos; genocidio, desesperación, represión, pánico, injuria, consternación, desaparición. “Las víctimas fueron muchas, pero el verdadero objetivo eran los vivos, el conjunto de la sociedad que, antes de emprender su transformación profunda, debía ser controlada y dominada por el terror y la palabra[1] (Romero, 1990). Aquél, cualquiera que se dignara a expresar su disconformidad, sería introducido sin su consenso, de cabeza al interior de un Ford Falcon color verde. Se dictaminó que los partidos y la actividad política, quedaban prohibidos como así también los sindicatos y la actividad gremial, además se sometió a los medios de prensa a una explícita censura que impedía cualquier mención sobre  terrorismo estatal y/o víctimas.
En el libro de Martín Cohan, Ciencias Morales, advertimos cómo en ese colegio, el Nacional Buenos Aires, donde estudian y han estudiado las futuras clases dirigentes, ha de extender su jurisdicción más allá de la enseñanza, impartiendo a sus alumnos una rigurosidad que no deben descuidar en ninguna circunstancia de sus vidas, una impecable moral que debe constituirse en el inflexible esqueleto de todos sus actos. María Teresa es preceptora en este colegio, o sea, una inocente - o quizá sólo ignorante - maestra de ceremonias. Tiene veinte años, empezó a trabajar cuando todavía era verano, y el señor Biasutto, el Jefe de Preceptores, le reveló en su primera entrevista la actitud que convenía adoptar con los alumnos. Porque no era fácil obtener lo que él llamaba “el punto justo” para la mejor vigilancia. […] Y María Teresa, que admira al señor Biasutto, se perfecciona como preceptora, se esmera en la aplicación de las normas y la corrección de las conductas”[2]. Su labor como preceptora se basa la mayor parte del tiempo en satisfacer la mirada del Jefe de Preceptores, quien ha confeccionado listas para el poder nacional y ve en la menor picardía del alumnado, evocación y señales de subversión. Por ello, María Teresa decide encerrarse en los baños de los varones e intentar dar con aquellos alumnos que infringen las normas del colegio; aquellos que son fumadores clandestinos y furtivos. Las limitaciones van más allá de lo público, traspasando el espacio privado, tanto de los muros del colegio para adentro como fuera de él. La vida era veloz y crudamente arrebatada por aves rapaces que decidían cuál nombre tacharían primero. “El señor Biasutto le cuenta lo que fueron los años difíciles para el colegio y para el país. Una etapa que felizmente parece haber sido superada, aunque confiarse sería el error más terrible”. Refiere a la época de los militares, esos que encontraban solución aplicando la coacción y la coerción.
Un claro ejemplo de su accionar es el de Rodolfo Walsh, aquél audaz periodista que callaron, censuraron y mataron. Él, como muchos otros, quiso contar lo que verdaderamente estaba pasando con los argentinos, pero no pudo terminar su trabajo porque no lo dejaron. Según se sabe, la orden era de aprehenderlo vivo. Pero él se resistió e hirió a uno de los hombres armados, entonces lo mataron. Su cuerpo nunca apareció. Y en vida, fue desestimado por todo un pueblo, sus afirmaciones no eran consideradas válidas al lado de la información oficial. ¡Picanas y Submarino! ¡Metralletas y 9 Mm! Además de la Ley 22.285 de Radiodifusión. Una sociedad sin sentidos; sorda, ciega, muda. “[…] las demás cosas de la vida persisten en su canal habitual. El mundo restante, el mundo de los otros, no se altera por lo que ha pasado: no se descompone, no se desintegra, sigue su curso”. La vida continuaba para muchos de manera usual, poco se sabía o se sabía mucho que no era real. Ocurre que, la obtención a la información y libre expresión son un derecho humano universal: recibir, difundir e investigar informaciones y opiniones. Claro que, durante esa época ningún derecho era aplicado ni promulgado. Y se producía con persistencia la utilización de informaciones falaces durante la transmisión de noticias: nuestros jóvenes eran liquidados y al mismo tiempo, nuestros medios de comunicación, hacían llegar inapreciable información a los que aguardaban el regreso de los soldados. Así, bajo la orden militar, se procedía a maniobrar las noticias, realizándoles excesivos recortes informativos. Según Giovanni Sartori, se denomina sub-información a la noticia insuficiente en relación a su contenido. Para colmo, nuestros medios mostraban ante el mundo, orgullosa y gloriosamente lo que significaba conseguir una victoria dentro de la cancha de fútbol y por otro lado,  nuestros ciudadanos eran incitados con noticias que  referían a una victoria inexistente dentro del campo de batalla. Se denomina des-información a la distorsión de las noticias. Y así es como se promulgaba la mentira, impresa en el papel de un diario.
Hay que realizar una aclaración correspondiente al tema en cuestión: la información no conlleva directamente al saber. No sólo porque a veces no logramos entender y asimilar, sino porque tener informaciones sueltas por los confines de nuestra cabeza, no puede ser considerado un real conocimiento, en todo caso puede ser una noción sobre un determinado tema. En fin, la obtención y reproducción de información limpia es un derecho del ciudadano, lo es al menos durante una Democracia. Todo un proceso se acaba con su regreso triunfal. Y así es como “el jueves cada cual se encuentra con las nuevas autoridades, que ya están en funciones. Quienes las precedieron en esos mismos lugares sencillamente no están más. No están más, no vienen más, no se los verá más por el colegio”. Comienza un nuevo ciclo para María Teresa, comienza un nuevo ciclo para toda la Argentina.

Un libro merodeado por la oscuridad y la obscenidad

Un balde de agua fría para el espectador debido a la transmisión sin tapujos de ciertas verdades acerca de la Argentina de ese período, sumergida en tanta mentira y tanta información podrida.
        
                                                                                                                                       Brenda Gramajo



[1] Romero, 1990.
[2] Kohan, 2011, Ciencias morales.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Otro policial: Innocens

  “No mires atrás… No mires atrás…” “¡No llores, ni que lo hubieras hecho vos!” “¡No grites y corré! ¡Dale!”

  ¿Qué pasó? ¿Cómo fue? ¿Dónde y por qué? ¿Quién era ese hombre? No lo sé. No me importa. Si pienso me detengo, y si me detengo muero.

  Abrí la puerta de casa. Todo permanecía en silencio. Asumí que eran alrededor de las cinco de la mañana, o al menos, antes de las siete.
  Pasé por el cuarto de las nenas para ver cómo dormían. Era reconfortante que alguien en esa casa estuviera calmado.
  Me recosté, el radiodespertador marcaba las seis y media. Estaba en lo correcto, me quedaban al menos treinta minutos para ordenar mi mente y serenarme. Las chicas no me podían ver así. ¡Así! Miré mis ropas, sucias de tierra y con rastros de sangre. Y mi cara se llevaba lo peor, necesitaba encontrar una buena excusa para mi ceja partida.
  Sentada en el borde de la cama me saqué las zapatillas, la remera y el pantalón. Una ducha me ayudaría.
  El reflejo en el espejo me dejó desorientada; me costó reconocer a quién tenía enfrente: esa no era yo, ya no más. Esposa, madre, hija, hermana, amiga… no me podía reconocer en ellas, en quienes solía ser.
  Luego de salir del baño volví a mirarme en ese espejo y esta vez no me fue tan difícil reconocerme. Ya en mi habitación miré la hora. Era tiempo de despertarlas. Me vestí y luego de unos minutos me dirigí a su pieza y las desperté como siempre lo hago. Les preparé el desayuno habitual; besé sus cabezas mientras comían y luego sus mejillas cuando salían por la puerta.
  Sola de nuevo, en la intimidad, comencé a entender lo que había pasado; el robo, el disparo, la huida…
  Tenía una razón suficiente, mis hijas. ¿Acaso ellas no merecían algo mejor? No iban a compartir mi destino. La próxima lo haré mejor.

  

Bellotto, Melina                                                           Pereyra, Lucía

Cuento policial: “Amigos, hasta que te das la vuelta”

Cinco minutos más… Cinco minutos más… Cinco minutos más… ¡La puta madre! ¡Ya es tardísimo! Si no llego me bajan estos imbéciles. Quince, veinticuatro treinta y dos… ¡Contestá, pelotudo! La recalcada… ¡Chino! En veinte estoy ahí, tuve un contratiempo... No, no va a pasar más... Sí, quedate tranquilo. ¡Chau! Este tarado me va a dar un culatazo cuando me dé vuelta, pero antes que haga algo le pongo uno en el medio de la frente…

Era sacar la lotería con esa flaca… ¡La nenita de papá! ¡Sí, esa rubia! Vive en el 5 “C” la pendeja, se fue de viaje antes de ayer… Pero le dejó las llaves al novio. ¡Ese pajero interesado! Va y viene, va y viene. Eso sí, no se queda en el departamento. ¡Qué mierda tendrán ahí adentro, se me hace agua la boca de solo pensar! No nos conviene arriesgar todo el laburo… Yo diría que nos quedemos con lo que tenemos, que mal no venimos.

Che, ¿y la vieja? ¡El intento de Susana Giménez! La visita un pendejo de vez en cuando, supongo que será el nieto. Pero en las últimas tres semanas fue una sola vez, no creo que nos vaya a joder. Después no recibe visitas de la familia… ¡Debe ser infumable la mina! La semana pasada le tocó a Pato hacerle el seguimiento… ¡Pobre Doña! Se la llevan a coj... a comer todos los días, a la misma hora. Se va en el auto de un infeliz, que mínimo le garpará los reflejos que se hace en la peluquería… ¡Puf! Vos quedáte tranquilo que no vuelven por horas…

Estamos en contacto... ¡No sean idiotas, esto queda entre nosotros! Al que hable, lo hacemos boleta. No sean giles... ¡Nos vemos el jueves! ¡Chau muchachos!
No confío en él. Nos va a cagar a todos, lo presiento… ¡Boludo, despertate! Somos peones, Quique. ¿Cómo no lo podés ver? Confirmame ahora si estás adentro. Los demás pibes piensan parecido a mí, lo que pasa es que son todos unos cagones… Somos más, tenemos más gente. Date cuenta que Chino es puro verso. Quiere cagar más alto de lo que le da el culo… Ese reventado no puede armar una movida tan grosa, entre todos le bajamos los humos.

¡Escuchá! ¡Loco! ¡Escuchá! ¡Chino! Yo no soy un chupa culos, que te quede claro. Y tampoco tengo pensado irte por atrás. De esta salimos, así como entramos, juntos… Yo te hablo por mí, como siempre. Son como labradores esos muchachos, te van a dar bola a vos, que les das de comer… ¡Vos tranquilo! Y tené mucho ojo con Quique, que le va mucho el puterío. Sí, tiene su fama de hablar de más…

 Cinco minutos más… Cinco minutos más… Cinco minutos más… ¡Ahí me levanto, imbécil! ¡No! ¡No! No me pegue, no me pegue más. Yo no hice nada, le juro que no hice nada. Ya se lo dije: soy víctima, no victimario. Como verá no encontraron en mis manos el motín. ¡Me están echando culpas que no merezco! Todos esos infelices, se están saliendo con la suya…Y ustedes acá con el hombre equivocado, típico de la cana. Yo sólo estaba en el lugar menos indicado, en el momento menos indicado. Estaba desmayado cuando me encontraron ¡Por amor de Dios! ¿Qué pruebas tienen para encarcelarme? Si con esos pibes, nunca traté. ¡Por favor! ¡Por supuesto! ¡Por supuesto! Que tienen que dejarme salir…

Hola ¿Chino? Te estoy llamando de un público, sí. Salió todo bien, los demás cayeron… Me retuvieron unas horas, pero no tenían suficientes pruebas. ¡Éstos canas son unos imbéciles! Si tienen buena conducta, les acortan la condena. No valen la pena, son simples señuelos. ¿Nos vemos en media hora? Sí, en donde siempre… ¡Chau! Éste tarado me va a dar un culatazo cuando me dé vuelta, pero antes que haga algo le pongo uno en el medio de la frente…


Los malvivientes se llevaron dinero en efectivo, joyas, alhajas, notebook y cámaras digitales de estos departamentos. La policía sospecha que los ladrones hacen inteligencia durante varias semanas para constatar los horarios en los que los moradores habitualmente no se encuentran para luego ingresar a estas viviendas con total tranquilidad y llevar adelante los delitos. Esta técnica se denomina: timbreo.

                                                                                                                                        Brenda Gramajo

jueves, 13 de diciembre de 2012


La historia de la novela es acerca de una joven llamada Thalia que luego de una fuerte pelea y discusión con sus padres se encuentra muy triste por las palabras que dijo. Como consecuencia de esto, la joven va a un parque para reflexionar sobre lo ocurrido, en ese momento se le aparece un hombre dándole indicaciones acerca de la existencia de un lugar llamado “El almacén de las palabras terribles” y el camino hacia el mismo.
Resulta que este camino, incluía un viaje en tren, tren donde Thalia se relaciona con un chico llamado Pablo, que iba al almacén con el mismo objetivo. En medio de las conversaciones entre estas dos personas el tren choca y ambos quedan en estado de coma.
Todo lo que estos dos personajes “viven” en el estado de coma, seria “El almacén de las palabras terribles”, allí aprenden el valor de las palabras y el mal o lo bien que le puede hacer a una persona.
Esta historia la relaciono con la etapa de “rebeldía” en la adolescencia, cuando los jóvenes transitan momentos de cambios en los cuales sienten que no cuentan con el apoyo de sus padres y se sienten desprotegidos. Por lo tanto, tienden a reaccionar a la defensiva ante cualquier indicio de autoridad por parte de un mayor.
Yo creo que Thalia está pasando por esa etapa, con la diferencia que al poco tiempo ella se arrepiente de las palabras dichas y en cambio, a veces los adolescentes se ensañan en ser ellos los que den la última palabra y a veces tardan mucho tiempo en reconocer sus errores. 

María Micaela Luzza

Mi Otro “yo” No TE VA Abandonar


La señorita Leonides decía: “Cecilia, hijita”, y ya no tenía la sensación de estar usando un lenguaje postizo. Cecilia exclamaba: “Mamá, mamá”, y la señorita Leonides ya no advertía, debajo de ese llamado, el hueco que antes lo dejaba bailando en el aire como una hoja seca. Porque el espíritu también funda, como la carne, más que la carne, sus propias filiaciones.

Con esta cita de la obra de Marcos Denevi presento el tema que quiero abordar, un recurso utilizado en las novelas de este tipo, las góticas. La doble personalidad de los personajes.
Primero presento a Cecilia, una chica que a través de un trauma que tiene pierde la memoria y se inventa una personalidad de nena, posiblemente sea por esa dignidad perdida cuando es violada por gente que entra a su casa. Ella adopta como madre a Leonides, una mujer totalmente ajena a ella que la conoce en un tranvía, la señorita Leonides es mi plato fuerte para explicar esta patología psicológica. El crearse una personalidad diferente para adoptar el rol de una actitud imaginaria y no poder reconocer la realidad. Leonides es una mujer mayor, con posibles actitudes mal vistas, sostenía la rutina de ir a la casa de los vecinos y dejarle plantas o actos de “santería” para conseguir molestarlos si no le caían bien dichos vecinos. Cuando conoce a Cecilia ella era una completa desconocida, la chica shockeada la invita a la casa y le muestra fotos, fotos donde Leonides se encontró parecida a la persona que mostraba la imagen.
Con el paso de los meses llegan a conocerse y da por hecho que ella es madre de Cecilia, (digo esto, porque la persona ilustrada en las fotos que Cecilia mostraba, eran de su madre, quien había muerto). Cuando la Cecilia recupera la memoria, le cuenta lo sucedido, lo que la llevó a entrar en ese estado de shock, instantes después muere. Leonides decide tomar venganza, y mata a la cabecilla y/o entregadora de la joven, la prima Belena. Esa venganza ajena totalmente a ella muestra el nivel de integración que se hizo con el personaje de la madre en sí, no pudo separar esa “realidad” con la realidad.
Con el transcurso de la lectura, le pude encontrar una semejanza con el personaje de la saga de películas “El Señor de los Anillos”, Frodo, este personaje empieza con una tarea clara en sus objetivos, pero termina dejándose llevar por la ambición del poder del anillo que porta, esa ambición le crea otra personalidad en varios momentos que lo deriva a querer alcanzar otros objetivos.

En una búsqueda de bibliografía para poder apoyar mi argumento, también encuentro que el personaje de Dorian Gray, en “El retrato de Dorian Gray”, Basil retrata a Dorian, quien era un joven bello, con fortuna y engreído. A partir de este momento la obra comienza a cambiar dejando ver la maldad y cicatrices de las malas obras que cometía Gray, sin que este sufriera ningún tipo de cambio, ni siquiera el envejecimiento natural.

Estos trastornos son causados por diversos temas, para referirnos a Leonides puedo decir que se habrá tratado de algún método de defensa ya que era una señora solitaria, de edad mayor y que nunca habrá podido cumplir su deseo de tener un hijo, y por ahí haciendo eso satisfacía dicha necesidad. Los mayores son personas frágiles si no se las sabe atender y acompañar. Por eso sugiero no abandonarlas y apoyarlas, y saber aprender de su experiencia, lo que en la obra se muestra como una ficción, yo lo comprendo como una muestra del abandono hacia los mayores y como logran satisfacer dicho abandono.

Julián Dovis

martes, 11 de diciembre de 2012

1984. Es como el Fernet pero es Ginebra


“Bajo el nogal de ramas extendidas
yo te vendí y tú me vendiste.”


La lectura de 1984 abre al desarrollo de muchos temas desde el amor hasta el odio, porque es un libro que sugiere reflexiones profundas.
El propósito del relato parece ser el contar cómo se vivía en 1984, cómo imaginaba que se viviría George Orwell, que escribió el libro en 1949/50.
Es ciencia ficción pero tan lejos de la realidad no estuvo por
los castigos, muertes y desapariciones que datan de 1945 en Europa, en La Segunda Guerra Mundial (los castigos, torturas, desapariciones y muertes eran algo muy común en las Guerras de mediados del siglo pasado).
Además imaginó pantallas gigantes y creó “El gran Hermano” un ser superior que todo lo ve.
El programa que se realiza en varios países del mundo hace varios años llamado “Big Brother” o “Gran Hermano”, ha surgido de este texto. Este show de la televisión de hoy propone expulsar del programa a quien le convenga, del mismo modo el ser superior, pensado por Orwell, controla todo, castiga si está mal y hace lo que quiere con las personas que habitan en su mundo, además de tener pantallas gigantes y cámaras por todos lados que todo lo ven y lo escuchan.

Orwell habla de pantallas gigantes cuando apenas estaban los televisores en blanco y negro, que eran verdaderas cajas con sonido, claro que ahora hay pantallas gigantes pero difícilmente alguien del siglo pasado hubiera imaginado algo así, fue un adelantado para su época y un brillante escritor.

1984 es un libro en el que uno puede encontrar mucho de sí mismo…
Uno entra en el personaje principal cuando lo lee, y al final sale pensando en todo lo que pasó.

Por otra parte, puede compararse con lo que ocurre en Fahrenheit 451. Según la historia de Bradbury, en vez de salvar personas, los bomberos provocaban el fuego, quemando los libros que encontrasen en las casas. En 1984 pasa exactamente lo mismo el mundo está al revés, la policía del pensamiento lo que menos hace es pensar, solo desaparecen a las personas, en el ministerio del amor las personas son torturadas, y así, todo es lo contrario en cada caso.

Rebelión en la Granja, otro libro del autor, trata sobre las posiciones ideológicas en las guerras de Europa, los enemigos o simplemente el que no pensara igual era castigado y puesto a disposición del Mayor (Cerdo que dominaba con su habla a los animales sean más grandes o más pequeños que él). A los humanos de 1984 se los trataba igual que a los animales de Rebelión en la Granja, si hacían algo mal los desaparecían.
Al final dice “los animales no son tan diferentes que los humanos”, además de explicar la ideología europea del momento.
También se podría comparar con el libro y película Los juegos del hambre que trata de un lugar donde se eligen a dos jóvenes para representar a la zona en que viven.
Ganan los de la zona 12, el problema era que para ganar los juegos del hambre hace falta matar a los otros 23 concursantes. Viven en un mundo lleno de miseria y pobreza, menos los de la clase alta, que viven como reyes a costa de todos los demás. Los juegos son un espectáculo para los más ricos…Al igual que los de clase superior en 1984 tenían diferencias con la plebe.


1984 muestra que la imaginación de un hombre no tiene límites…
Al leerlo uno se cree Winston o un observador que deambula por los pasillos y paisajes del texto, en mi caso al terminar de leer dije “yo sabía que iba a terminar así” porque iba viviendo lo que vivía Winston.

Nota: se me ocurrió ponerle como el título de la botella Fernet 1882, aunque en el texto la bebida adquirida por todos era la ginebra, decidí ponerle ese subtítulo “Es como el Fernet pero es Ginebra”.

Pablo Faccioli