viernes, 22 de febrero de 2008

NECESIDADES

Atardece en Buenos Aires y el calor insoportable no cesa. Las hélices del ventilador del viejo bar parecen estar agobiadas tanto como yo lo estoy. A mi lado, un matrimonio de mediana edad se acomoda en la mesa lindera al ventanal. Piden un café para cada uno. Es económico, pero yo prefiero pedir una copa helada.

Repentinamente un niño entra al bar y mi mirada se detiene en él. Su rostro sucio, sus ojos llorosos y su vestimenta en mal estado como pergamino antiguo mal guardado lo muestran ante mis ojos como un ser realmente necesitado.

Noto que la pareja también lo observa, profundamente creo que ninguno de los allí presentes podemos obviarlo. El niño se va aproximando a las diferentes mesas pero todos intentan ignorarlo. De repente la mujer lo llama. El niño se acerca rápidamente a ella. Manos movedizas buscan agitadamente “algo” en una desordenada cartera hasta que finalmente un alfajor de dorado envoltorio sale de adentro de ella. El nene esboza una sonrisa que expresa en sí misma más que mil palabras. Con un suave gracias se dirige hacia la puerta mientras que con inocente ternura va rompiendo el papel que lo cubre. Yo miro al niño pero el resto de los presentes mira a la mujer como juzgando lo que hizo.

Me sorprendo. No puedo dejar de mirar como una joven mujer, que está en la vereda y que aparenta ser su madre le arrebata la golosina entre regaños y zamarreos. Parece expresar con gestos un… -Yo no te mandé para eso.

La mujer de la mesa acaba de ver lo mismo que yo. Intenta levantarse. Está enfurecida, pero el hombre que la acompaña la toma de un brazo evitándolo y le murmura: -No vale la pena que te enfrentes a ella.

Salgo del bar. El niño ya no está pero el alfajor permanece junto al cordón de la vereda. En este preciso momento pasa un camión y una de sus ruedas transforma en migajas aquella intención.

Nicolás Carrón

POR INTERMEDIO DE LOS MEDIOS

Vivimos en un mundo globalizado y los medios masivos de comunicación juegan un papel preponderante en él. Por medio de ellos nos enteramos casi al instante de lo que sucede en los lugares más remotos. Forman parte de nuestras vidas desde hace años; fueron cambiando y ajustándose a las diferentes épocas al igual que nosotros y hoy es prácticamente imposible vivir sin depender de alguno de ellos. Realicé una misma entrevista a mi abuelo, que nació en la década del 40; a mi suegra a fines de los 60 y por último reflexioné sobre mí. Leer los párrafos que siguen les permitirá a cada uno de ustedes identificarse con las características de una determinada década. Seguramente muchos momentos regresarán a sus memorias… y una íntima conclusión se hará eco o quizás no de mi reflexión final.

Para poder terminar… nada mejor que comenzar…

Podrán pasar los años, las décadas, las modas y las tendencias pero los medios de comunicación estuvieron, están y estarán siempre en vigencia. Es evidente que la radio, la televisión, los diarios y la telefonía acompañaron el transcurso de nuestras vidas más allá de la generación a la que pertenezcamos. Siempre fueron los hogares los primeros receptores de aquellos aparatos innovadores y siempre también el adquirirlos demandó un significativo esfuerzo económico de varios de los integrantes de los diversos grupos familiares.

Lo que sí ha variado a lo largo del tiempo fue el protagonismo de cada uno de ellos. La televisión llegó a la vida de mi abuelo cuando estaba transitando la adolescencia y fue la radio la que marcó claramente su niñez. Escucharlo mientras le hacía la entrevista se convirtió en un verdadero placer… En algunos momentos buscaba la ayuda cómplice de la abuela para recordar el nombre de esos programas radiales que evidentemente lo marcaron… cuando me habló del Tarzán de la época, del sonido del león en el momento de atacar y de ese… “continuará mañana” que lo dejaba con todas las ganas, sus ojitos se cubrieron de lágrimas. Abuelo y abuela recalcaron juntos que lo más grandioso que tenía la radio era que dejaba volar la imaginación. Tu Tarzán nunca sería igual al mío…

Para mi suegra, ningún medio de comunicación fue trascendente, ¿Tendrá algo que ver la dictadura militar de la época? A pesar de sus recientes cuarenta años recordaba un poco de cada uno a la vez que todos le significaban poco. Creo que lo que más la marcó era lo difícil que le resultaba hablar por teléfono. Hablar, expresarse, comunicarse… Vuelvo otra vez a pensar, y no se por qué, en la dictadura militar.

Para mí la internet es lo más; creo que para toda mi generación lo es. Más allá de las posibilidades económicas de cada uno; de una forma o de otra todos tenemos acceso a ella y si bien no es tan popular como para que haya una instalación hasta en las villas, como sucedía con la televisión en los 70, la invasión de los ciber en todo barrio o ciudad nos permitió navegar por la red por pocos pesos. Es fácil comunicar y comunicarse, quizás el vivir en democracia autoriza a expresar lo que se siente; aunque creo que hoy en día es más sencillo y se está volviendo habitual hacerlo por medio de mensajes de texto o correos electrónicos (que muchas veces se repiten exactamente a diferentes destinatarios) que utilizando la palabra oral.

Para terminar quiero cerrar este trabajo con lo que más me marcó. Uno de mis objetivos era descubrir por medio de las entrevistas cuál era el medio que había quedado en desuso con el correr del tiempo. Pude llegar a la conclusión que ninguno. Hay de todo y para todos los gustos, bolsillos y posibilidades; todo es vendible, comprable y todo aquello que te venden y comprás, sirve principalmente para seguir vendiendo; esa es su principal función, además de ser un elemento comunicacional. Como expresara Canclini, nuestra identidad se configura por todo aquello que consumimos, razón por la cual nunca dejaremos de hacerlo. Lo que si quedó relegado con el paso del tiempo resultó el “extrañar”…

Trabajo terminado, quiero ver a mi sobrino que nació en Valencia por la webcam…

Nicolás Carrón