miércoles, 7 de agosto de 2013

Otro policial: Innocens

  “No mires atrás… No mires atrás…” “¡No llores, ni que lo hubieras hecho vos!” “¡No grites y corré! ¡Dale!”

  ¿Qué pasó? ¿Cómo fue? ¿Dónde y por qué? ¿Quién era ese hombre? No lo sé. No me importa. Si pienso me detengo, y si me detengo muero.

  Abrí la puerta de casa. Todo permanecía en silencio. Asumí que eran alrededor de las cinco de la mañana, o al menos, antes de las siete.
  Pasé por el cuarto de las nenas para ver cómo dormían. Era reconfortante que alguien en esa casa estuviera calmado.
  Me recosté, el radiodespertador marcaba las seis y media. Estaba en lo correcto, me quedaban al menos treinta minutos para ordenar mi mente y serenarme. Las chicas no me podían ver así. ¡Así! Miré mis ropas, sucias de tierra y con rastros de sangre. Y mi cara se llevaba lo peor, necesitaba encontrar una buena excusa para mi ceja partida.
  Sentada en el borde de la cama me saqué las zapatillas, la remera y el pantalón. Una ducha me ayudaría.
  El reflejo en el espejo me dejó desorientada; me costó reconocer a quién tenía enfrente: esa no era yo, ya no más. Esposa, madre, hija, hermana, amiga… no me podía reconocer en ellas, en quienes solía ser.
  Luego de salir del baño volví a mirarme en ese espejo y esta vez no me fue tan difícil reconocerme. Ya en mi habitación miré la hora. Era tiempo de despertarlas. Me vestí y luego de unos minutos me dirigí a su pieza y las desperté como siempre lo hago. Les preparé el desayuno habitual; besé sus cabezas mientras comían y luego sus mejillas cuando salían por la puerta.
  Sola de nuevo, en la intimidad, comencé a entender lo que había pasado; el robo, el disparo, la huida…
  Tenía una razón suficiente, mis hijas. ¿Acaso ellas no merecían algo mejor? No iban a compartir mi destino. La próxima lo haré mejor.

  

Bellotto, Melina                                                           Pereyra, Lucía

Cuento policial: “Amigos, hasta que te das la vuelta”

Cinco minutos más… Cinco minutos más… Cinco minutos más… ¡La puta madre! ¡Ya es tardísimo! Si no llego me bajan estos imbéciles. Quince, veinticuatro treinta y dos… ¡Contestá, pelotudo! La recalcada… ¡Chino! En veinte estoy ahí, tuve un contratiempo... No, no va a pasar más... Sí, quedate tranquilo. ¡Chau! Este tarado me va a dar un culatazo cuando me dé vuelta, pero antes que haga algo le pongo uno en el medio de la frente…

Era sacar la lotería con esa flaca… ¡La nenita de papá! ¡Sí, esa rubia! Vive en el 5 “C” la pendeja, se fue de viaje antes de ayer… Pero le dejó las llaves al novio. ¡Ese pajero interesado! Va y viene, va y viene. Eso sí, no se queda en el departamento. ¡Qué mierda tendrán ahí adentro, se me hace agua la boca de solo pensar! No nos conviene arriesgar todo el laburo… Yo diría que nos quedemos con lo que tenemos, que mal no venimos.

Che, ¿y la vieja? ¡El intento de Susana Giménez! La visita un pendejo de vez en cuando, supongo que será el nieto. Pero en las últimas tres semanas fue una sola vez, no creo que nos vaya a joder. Después no recibe visitas de la familia… ¡Debe ser infumable la mina! La semana pasada le tocó a Pato hacerle el seguimiento… ¡Pobre Doña! Se la llevan a coj... a comer todos los días, a la misma hora. Se va en el auto de un infeliz, que mínimo le garpará los reflejos que se hace en la peluquería… ¡Puf! Vos quedáte tranquilo que no vuelven por horas…

Estamos en contacto... ¡No sean idiotas, esto queda entre nosotros! Al que hable, lo hacemos boleta. No sean giles... ¡Nos vemos el jueves! ¡Chau muchachos!
No confío en él. Nos va a cagar a todos, lo presiento… ¡Boludo, despertate! Somos peones, Quique. ¿Cómo no lo podés ver? Confirmame ahora si estás adentro. Los demás pibes piensan parecido a mí, lo que pasa es que son todos unos cagones… Somos más, tenemos más gente. Date cuenta que Chino es puro verso. Quiere cagar más alto de lo que le da el culo… Ese reventado no puede armar una movida tan grosa, entre todos le bajamos los humos.

¡Escuchá! ¡Loco! ¡Escuchá! ¡Chino! Yo no soy un chupa culos, que te quede claro. Y tampoco tengo pensado irte por atrás. De esta salimos, así como entramos, juntos… Yo te hablo por mí, como siempre. Son como labradores esos muchachos, te van a dar bola a vos, que les das de comer… ¡Vos tranquilo! Y tené mucho ojo con Quique, que le va mucho el puterío. Sí, tiene su fama de hablar de más…

 Cinco minutos más… Cinco minutos más… Cinco minutos más… ¡Ahí me levanto, imbécil! ¡No! ¡No! No me pegue, no me pegue más. Yo no hice nada, le juro que no hice nada. Ya se lo dije: soy víctima, no victimario. Como verá no encontraron en mis manos el motín. ¡Me están echando culpas que no merezco! Todos esos infelices, se están saliendo con la suya…Y ustedes acá con el hombre equivocado, típico de la cana. Yo sólo estaba en el lugar menos indicado, en el momento menos indicado. Estaba desmayado cuando me encontraron ¡Por amor de Dios! ¿Qué pruebas tienen para encarcelarme? Si con esos pibes, nunca traté. ¡Por favor! ¡Por supuesto! ¡Por supuesto! Que tienen que dejarme salir…

Hola ¿Chino? Te estoy llamando de un público, sí. Salió todo bien, los demás cayeron… Me retuvieron unas horas, pero no tenían suficientes pruebas. ¡Éstos canas son unos imbéciles! Si tienen buena conducta, les acortan la condena. No valen la pena, son simples señuelos. ¿Nos vemos en media hora? Sí, en donde siempre… ¡Chau! Éste tarado me va a dar un culatazo cuando me dé vuelta, pero antes que haga algo le pongo uno en el medio de la frente…


Los malvivientes se llevaron dinero en efectivo, joyas, alhajas, notebook y cámaras digitales de estos departamentos. La policía sospecha que los ladrones hacen inteligencia durante varias semanas para constatar los horarios en los que los moradores habitualmente no se encuentran para luego ingresar a estas viviendas con total tranquilidad y llevar adelante los delitos. Esta técnica se denomina: timbreo.

                                                                                                                                        Brenda Gramajo