sábado, 1 de febrero de 2014

En las nubes



En las nubes es el título de este libro de cuentos del autor inglés IanMcEwan. Se trata de siete relatos independientes relacionados entre sí que nos cuentan las aventuras que tuvo Peter Fortune de niño. Asombrosas aventuras que surgían a causa de situaciones de la vida diaria y que lo llevaban a Peter al mundo paralelo de la imaginación y la creatividad: fue atacado por una muñeca maligna, hizo desaparecer a su familia con una “crema disolvente” y cambió cuerpos con un gato, un bebé y un adulto. Podría pensarse como una buena salida a las dificultades que se nos presentan diariamente. Pero, “en las nubes”, “en babia”, o “en cualquiera” suelen decirnos los profesores cuando nos ven totalmente desconectados con su materia. Muchas veces esto es un simple llamado de atención, aunque si la suerte no nos acompaña ese día, esto puede repercutir en nuestra nota actitudinal. Pero, ¿qué culpa tienen los alumnos si se les pasó volando la hora sin darse cuenta y lo único que hicieron fue mirar un punto fijo en el que se proyectaron una y mil historias a causa de su imaginación? Nos cuenta el narrador, que esto es por lo que transita Peter y la causa por la que le llaman la atención en clase. Tanto Peter como muchos estudiantes tienden a desprender su atención en hora de clase y los profesores a regañarlos. Pero muchas veces, esta conducta del alumno es inevitable y no intencional. Los motivos pueden ser varios: quizá el estudiante simplemente no está interesado en la materia, quizá está pasando por un momento conflictivo en su vida o con la familia, quizá está sufriendo momentos de estrés y nerviosismo o peleando con los pensamientos negativos. Pero también puede deberse a otros factores. Es probable que el alumno resulte ser un verdadero talento y se esté aburriendo en clase. Puede suceder que el alumno tenga fuertes aptitudes en una materia determinada e impelido por esa fuerza y energía que lo aborda se encuentre sumido en un deseo que lo transporta más allá del interés por los aprendizajes regulares. Es entonces que inconscientemente su atención se desvía de la clase del profesor y se embarca en el mundo de la imaginación y de los “daydreams” (sueños que uno tiene estando despierto). Tenemos en este caso los ejemplos, solo para contar algunos, de John Lennon que se la pasaba escribiendo canciones en horas de clase, de Walt Disney que fue considerado un mal alumno que no atendía a sus profesores, de Salvador Dalí que abominaba el colegio, no atendía en clase y se dedicaba a dibujar, del escritor Honoré de Balzac a quien expulsaron del colegio por desatento, de Charles Darwin, alumno muy mediocre, del novelista Gustave Flaubert que siendo niño fue calificado de pasivo e inestable, del poeta Paul Cézanne quien consiguió aprobar el bachillerato de milagro, del inventor Alexander Graham Bell, creador del teléfono que detestaba el colegio y se “rateaba”, de otro inventor como Thomas Edison, el creador de la bombita eléctrica y del cine, cuya madre se vio obligada a retirarlo del colegio. Alumnos, todos ellos, que quizá hoy no solo hubieran sido estigmatizados, señalados y discriminados como en la época de los casos de estos ejemplos, sino que ahora probablemente serían diagnosticados con desórdenes de atención y quizá medicados con fármacos como Rubifen, Concerta, Strattera, Intuniv, Medikinet y otros nombres bajo los cuales se conocen estas drogas que pretenden poner entre marcos “normales” el comportamiento escolar de los niños que a veces no atienden la clase. Siendo estos comportamientos conductas totalmente inconscientes y sin intenciones -porque remarquemos que hablamos de una situación en la que los pensamientos de la persona se desvían sin que la persona se dé cuenta-, ¿es justo entonces recibir regaños y castigos de los profesores? ¿Es pedagógica la estigmatización, la discriminación de estos alumnos sin un diagnóstico un poco más profundo? Dado a que esto va más allá de la voluntad del alumno, quien quizá solo demuestra los síntomas de un fuerte deseo artístico o espiritual pujando por salir a la luz, la respuesta seguramente sea que no. Tengan o no esta reflexión en mente, afortunadamente, la mayoría de los profesores han logrado aprehenderla y parecen ser más considerados ante esta situación hoy en día. Volar con el pensamiento es bueno, los jóvenes sólo esperamos de nuestros mayores y de nuestros maestros que nos enseñen cómo hacerlo en salud y libremente.

Martina Iannelli

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