miércoles, 23 de mayo de 2012

Gris y húmeda Drago


El día gris y lluvioso hacia que todo pareciera oscuro y sin vida. Al comienzo de la mañana, la sede Drago del CBC, era así. Oscura, húmeda, sin vida. Se veía solitaria. Solo algunos estaban sentados en los pasillos leyendo algún que otro apunte. Tal vez los muchos carteles sobre marchas, partidos políticos, el centro de estudiantes (FUBA), le daban algo de vida al edificio vacío.
También en el baño había algo de estos carteles. En el primer cubículo, pegado del lado de adentro de la puerta, un cartelito rezaba:

Clases Particulares de Biofísica.
Profesor Particular: recibido en Medicina (UBA).
Damián: 4230-611
                15-3235-8329
clasesbiofisica@hotmail.com

Fuera del baño, también había muchos carteles similares, un poco más elaborados, sobre clases particulares, pegados por las paredes.
Al ir avanzando la mañana, esta sensación de desocupación empezó a cambiar rotundamente. A eso de las 9 am, una avalancha de gente  comenzó a circular por todo el gran edificio. Algunos se detenían, se sentaban contra la pared y estudiaban, otros esperaban fuera de las aulas, charlaban en grandes grupos, en pequeños, hablaban con profesores, caminaban hacia su siguiente clase, tomaban mate, tocaban la guitarra.
En el aula 8, que se encontraba en el patio, estaban los alumnos que cursaban Historia Económica y Social general. La clase comenzaba a las 9 am. Ya eran las 9:30, y la profesora no había llegado. Algunos entraban al aula, se sentaban y después preguntaban si era su clase. “¿Acá se cursa Álgebra?”  “No, no, Historia”.  Al darse cuenta de que no, ponían cara de disgusto y se retiraban. Tal vez se arriesgaban a preguntar si sabían dónde era esa clase. Otros, que estaban seguros de donde estaban, al ver que no llegaba la profesora se ponían a repasar cosas para otra materia. Se acercan los parciales.
    -“¡Perdón! Con esta lluvia el tráfico es un desastre. Y encima, no encontraba lugar para  
    estacionar. Lo estacioné en un lugar que no se puede, así que si me vienen a buscar sepan que  
    es por eso, no por otra cosa”.
Algunos rieron. La profesora comenzó su clase de esta forma tan distendida. El tema de ese día, era La Primera Guerra Mundial.
Al rato, una secretaria interrumpió la clase. “Profesora, disculpe, pero tiene que mover su auto”. “Ay, yo sabía. ¿Vieron que les dije? ¿No te animas a moverlo vos?” La secretaria puso cara de desconcierto, pero con un poco de insistencia por parte de la profesora, terminó aceptando.
La clase siguió sin ninguna interrupción. La dictaba de manera distendida. Haciendo chistes sobre el tema en cuestión. En un momento se acercó a un alumno que estaba en la primera fila, y le dijo si no podía ir a comprarle un café, y que el del bufet ya sabía cómo prepararlo. Que le dijera que era para ella.
No muchos tomaban nota al principio. Escuchaban y observaban a la profesora. Algunos, hacían garabatos en sus cuadernos. Al inicio, la profesora empezó haciendo un repaso de los temas anteriores que se ligaban con el tema del día. Cuando abordó de lleno la Primera Guerra Mundial, la mayoría comenzó a anotar.
Al final de la clase ya era un mar de cabezas gachas con oídos bien atentos y lápices y lapiceras que iban copiando al ritmo de la explicación.
La profesora caminaba, de adelante para atrás, de atrás para adelante, se subía al pequeño escenario y anotaba en el pizarrón, volvía a caminar. Era dinámica la clase.

Al finalizar, el patio se llenó de gente. De nuevo charlando, algunos estudiando, otros tomando mate, yendo para otras clases. Y al rato, se volvió a vaciar. Otra vez ese vacío… lleno.
Morena Vella


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