miércoles, 5 de septiembre de 2012

"Pensaba que ser antropólogo era ser revolucionario"


En el Havanna  de Avenida Mosconi y Artigas me encuentro con Marisol, antropóloga desde hace cuatro años. El lugar está lleno de gente. Ella está esperándome para la entrevista en la mesa del medio del café. Alegre y con una taza de café cortado atiende a las preguntas.

¿Por qué elegiste antropología y cómo fue que la descubriste?
Sabía que quería seguir una carrera del área social o dentro de las humanísticas. No sabía bien qué, y haciendo el Taller de Reflexión de la escuela Rodolfo Walsh me enteré más o menos de qué era la antropología. Traté de averiguar de qué se trataba, y tenía en claro quería tener más contacto con las personas. Tenía una idea muy idealizada con respecto a qué era lo que un antropólogo hacía en la vida y definitivamente era eso lo que yo quería en la mía.

Dentro de tu familia o grupo de conocidos, ¿hay alguien que sea antropólogo?
Mi mamá tenía un compañero de trabajo que estudiaba antropología, y fue con quien charlé un poco sobre el tema. Pero alguien que yo conociera previamente en mi familia, ni de casualidad.

¿En qué área de la antropología estabas interesada al comienzo?
No lo tenía claro. Sabía que quería antropología social, pero igual cuando empecé a cursar me enganché con arqueología y con un par de materias... No conocía mucho. Una de las primeras materias que cursé y me encantó fue antropología política, y después durante mucho tiempo estuve haciendo algo de eso. Pero no tenía en claro qué área seguir porque no conocía la carrera.

¿Cuáles eran tus materias favoritas?
No sé, hubo un montón de materias que me gustaron. Por un lado Sistemática I (que son sistemas políticos), después Fundamentos de Prehistoria (ahí fue cuando dudé, no sabía si quería ser arqueóloga). Hice Antropología Biológica y también me encantó… En realidad a mí me enamoraban casi todas las materias, hubo dos o tres que no me gustaron definitivamente.

¿Qué materias no te gustaron?
No me gustaba Métodos Cuantitativos, que es estadística. Me pasaba los sábados con mi padre explicándome -ya que es contador- mientras yo lloraba. Además el profesor era horrible, maltrataba a la gente, especialmente a las mujeres que nos consideraba sin neuronas, y te lo decía en la clase. Era un encanto. Otra materia que no me gustó mucho fue Epistemología. Me empezó gustando, pero al final casi no la soportaba y en el último final me maltrataron tanto que la terminé odiando. Fisiología tal vez sería otra, pero era más por cómo estaba dada que por los textos en sí.
Yo era de las entusiastas que a toda persona o materia le veía el lado positivo.

¿Qué fue lo que te sorprendió al estudiar antropología?
Creo que lo que más me sorprendió tiene que ver más con la facultad en sí misma que con la carrera, porque la facultad de Filosofía y Letras es muy particular. Hay carteles del techo al piso, en el patio hay gente fumando porro y tocando la guitarra todo el día, ochocientos chicos que te reparten panfletos políticos. Fue un poco fuerte, aunque después te acostumbrás tanto a ese caos que te extraña que a alguien le resulte raro eso.

¿Qué te decepcionó de la carrera cuando la estudiabas?
Por un lado que no se vean tantos autores argentinos, se mira mucho hacia Europa. También que los contenidos refieren más a lo histórico y que a lo actual, no hay muchos textos  que te hablen de lo que se está haciendo en la antropología en concreto en este país. La falta de materias de metodología para hacer trabajos de campo también me decepcionó bastante, ya que es lo que diferencia a la Antropología de otras Ciencias Sociales.
Al final salís y tenés mucha historia sobre la antropología encima, pero no sabés qué hacer.

Durante el transcurso del estudio, ¿pensaste que te habías equivocado y quisiste cambiar?
Cuando estaba terminando la carrera me agarró un ataque de “quiero dejarla, quiero dejarla” y dedicarme a cualquier otra cosa. No sabía qué iba a hacer con esta carrera.

¿Qué inserción laboral imaginabas y qué inserción tiene hoy la antropología?
Antes de empezar la carrera me había metido una imagen muy ingenua de que con la antropología iba a salvar el mundo, que iba a trabajar con el Estado, organizaciones sociales y en gestión. Después me di cuenta en los últimos años, que no es así.
Ya casi al terminar la carrera los profesores te decían que tenías que pedir una beca de investigación en el Conicet[1] o en la UBA para hacer el doctorado[2], el posdoctoral[3], y después entrar en el área de investigación de el Conicet.

¿Con qué otras disciplinas se debe articular en el ámbito laboral a la antropología?
Depende del área de la antropología en la que te dediques. También trabajar en conjunto con otras disciplinas es una de las mejores cosas porque te enriquece mucho ya que te ofrece otras miradas sobre la realidad social, que es lo que estudia la antropología.

¿De qué trabajás hoy?
Hoy soy profesora en escuelas secundarias, en terciarios, en la facultad y estoy co-trabajando con un grupo de odontólogos en un proyecto de educación y salud.
Hice los primeros tres años de la beca Conicet, pero lo dejé porque pedía exclusividad con las investigaciones y trabajos en la facultad, no podías hacer nada más que eso. No me gusta estar quieta, quiero hacer de todo.

Hoy que sos antropóloga y trabajás de ello, ¿las expectativas del comienzo se cumplieron?
No, para nada. ¿No te dije que yo quería cambiar al mundo? Pensaba que ser antropólogo era ser revolucionario. Salir y que te contrataban en un lugar re copado para hacer trabajos políticos súper buenos que cambiaran la vida de millones de personas. Era un delirio muy ingenuo.

¿Qué mitos te decían sobre la facultad?
Que tenés que estudiar solo, nadie te ayuda con nada, en la facultad los van a matar en serio, van a estudiar de día y noche sin parar, no poder estudiar y trabajar, sos un número.
Yo en realidad hice toda la facultad estudiando y trabajando, nunca me sentí como un número, me hice amigos y enseguida me apropié del lugar. No es tan terrible. Sí tenés que estudiar más por tu cuenta, pero tampoco estás perdido en una balsa en medio del océano sin remos.

Camila Parrilla

Edición: Iara Diácomo, Satiago Álamo, María Laura Serantes


[1] Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. es el principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina.
[2] es un grado académico universitario de postgrado.
[3] es la investigación académica o científica llevada a cabo por una persona que ha completado sus estudios de doctorado, normalmente dentro de los años siguientes a su titulación. Su objetivo es profundizar conocimientos en un tema especializado, siguiendo su línea de trabajo doctoral.

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