En el
Havanna de Avenida Mosconi y Artigas me
encuentro con Marisol, antropóloga desde hace cuatro años. El lugar está lleno
de gente. Ella está esperándome para la entrevista en la mesa del medio del
café. Alegre y con una taza de café cortado atiende a las preguntas.
¿Por qué
elegiste antropología y cómo fue que la descubriste?
Sabía que
quería seguir una carrera del área social o dentro de las humanísticas. No
sabía bien qué, y haciendo el Taller de Reflexión de la escuela Rodolfo Walsh
me enteré más o menos de qué era la antropología. Traté de averiguar de qué se
trataba, y tenía en claro quería tener más contacto con las personas. Tenía una
idea muy idealizada con respecto a qué era lo que un antropólogo hacía en la
vida y definitivamente era eso lo que yo quería en la mía.
Dentro
de tu familia o grupo de conocidos, ¿hay alguien que sea antropólogo?
Mi mamá
tenía un compañero de trabajo que estudiaba antropología, y fue con quien
charlé un poco sobre el tema. Pero alguien que yo conociera previamente en mi
familia, ni de casualidad.
¿En qué
área de la antropología estabas interesada al comienzo?
No lo tenía
claro. Sabía que quería antropología social, pero igual cuando empecé a cursar me enganché con arqueología y con un par de materias... No conocía
mucho. Una de las primeras materias que cursé y me encantó fue antropología
política, y después durante mucho tiempo estuve haciendo algo de eso. Pero no
tenía en claro qué área seguir porque no conocía la carrera.
¿Cuáles
eran tus materias favoritas?
No sé, hubo
un montón de materias que me gustaron. Por un lado Sistemática I (que son
sistemas políticos), después Fundamentos de Prehistoria (ahí fue cuando dudé, no sabía si quería ser arqueóloga). Hice Antropología Biológica y también me encantó… En
realidad a mí me enamoraban casi todas las materias, hubo dos o tres que no me
gustaron definitivamente.
¿Qué
materias no te gustaron?
No me
gustaba Métodos Cuantitativos, que es estadística. Me pasaba los sábados con mi
padre explicándome -ya que es contador- mientras yo lloraba. Además el profesor era
horrible, maltrataba a la gente, especialmente a las mujeres que nos
consideraba sin neuronas, y te lo decía en la clase. Era un encanto. Otra
materia que no me gustó mucho fue Epistemología. Me empezó gustando, pero al
final casi no la soportaba y en el último final me maltrataron tanto que la
terminé odiando. Fisiología tal vez sería otra, pero era más por cómo estaba
dada que por los textos en sí.
Yo era de
las entusiastas que a toda persona o materia le veía el lado positivo.
¿Qué fue
lo que te sorprendió al estudiar antropología?
Creo que lo
que más me sorprendió tiene que ver más con la facultad en sí misma que con la
carrera, porque la facultad de Filosofía y Letras es muy particular. Hay
carteles del techo al piso, en el patio hay gente fumando porro y tocando la
guitarra todo el día, ochocientos chicos que te reparten panfletos políticos.
Fue un poco fuerte, aunque después te acostumbrás tanto a ese caos que te
extraña que a alguien le resulte raro eso.
¿Qué te decepcionó de la carrera cuando la
estudiabas?
Por un lado
que no se vean tantos autores argentinos, se mira mucho hacia Europa. También
que los contenidos refieren más a lo histórico y que a lo actual, no hay muchos
textos que te hablen de lo que se está
haciendo en la antropología en concreto en este país. La falta de materias de
metodología para hacer trabajos de campo también me decepcionó bastante, ya que
es lo que diferencia a la
Antropología de otras Ciencias Sociales.
Al final
salís y tenés mucha historia sobre la antropología encima, pero no sabés qué
hacer.
Durante el transcurso del estudio, ¿pensaste que
te habías equivocado y quisiste cambiar?
Cuando
estaba terminando la carrera me agarró un ataque de “quiero dejarla, quiero
dejarla” y dedicarme a cualquier otra cosa. No sabía qué iba a hacer con esta
carrera.
¿Qué inserción laboral imaginabas y qué inserción
tiene hoy la antropología?
Antes de
empezar la carrera me había metido una imagen muy ingenua de que con la
antropología iba a salvar el mundo, que iba a trabajar con el Estado, organizaciones
sociales y en gestión. Después me di cuenta en los últimos años, que no es así.
Ya casi al
terminar la carrera los profesores te decían que tenías que pedir una beca de
investigación en el Conicet[1] o en la UBA para hacer el doctorado[2], el posdoctoral[3], y después entrar
en el área de investigación de el Conicet.
¿Con qué otras disciplinas se debe articular en
el ámbito laboral a la antropología?
Depende del
área de la antropología en la que te dediques. También trabajar en conjunto con
otras disciplinas es una de las mejores cosas porque te enriquece mucho ya que
te ofrece otras miradas sobre la realidad social, que es lo que estudia la
antropología.
¿De qué trabajás hoy?
Hoy soy
profesora en escuelas secundarias, en terciarios, en la facultad y estoy
co-trabajando con un grupo de odontólogos en un proyecto de educación y salud.
Hice los
primeros tres años de la beca Conicet, pero lo dejé porque pedía exclusividad
con las investigaciones y trabajos en la facultad, no podías hacer nada más que
eso. No me gusta estar quieta, quiero hacer de todo.
Hoy que sos antropóloga y trabajás de ello, ¿las
expectativas del comienzo se cumplieron?
No, para
nada. ¿No te dije que yo quería cambiar al mundo? Pensaba que ser antropólogo era ser revolucionario. Salir y que te contrataban en un lugar re copado para
hacer trabajos políticos súper buenos que cambiaran la vida de millones de
personas. Era un delirio muy ingenuo.
¿Qué mitos te decían sobre la facultad?
Que tenés
que estudiar solo, nadie te ayuda con nada, en la facultad los van a matar en
serio, van a estudiar de día y noche sin parar, no poder estudiar y trabajar,
sos un número.
Yo en
realidad hice toda la facultad estudiando y trabajando, nunca me sentí como un número, me hice amigos y enseguida me
apropié del lugar. No es tan terrible. Sí tenés que estudiar más por tu cuenta,
pero tampoco estás perdido en una balsa en medio del océano sin remos.
Camila Parrilla
Edición: Iara Diácomo, Satiago Álamo, María Laura Serantes
[1] Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. es el principal organismo
dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina.
[2] es
un grado académico universitario
de postgrado.
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