El autor inglés Oscar Wilde fue
quien escribió El Retrato de Dorian Gray,
una novela gótica que causó polémica y revuelo en una sociedad como lo era la
inglesa del siglo XIX por mostrar ciertas inclinaciones que podrían ser
consideradas homosexuales entre los personajes (cosa imposible, mala e ilegal
que incluso le causó la cárcel a Wilde) así como una visión negativa del mundo
en el que el autor vivía. La historia nos cuenta cómo Dorian Gray, joven y de enormes atractivos,
es retratado por su amigo Basil. Cuando Lord Henry conoce al joven Dorian y da
gala de su belleza, le hace saber que un día esta se irá por lo que el apuesto
Gray desea mantener por siempre su juventud y beldad. Así, mientras él mantiene para siempre la misma
apariencia del cuadro, su retrato envejece por él. No solo los años se reflejan en la obra, cada pecado, cada acción que Dorian realiza y repercute
en sus sentimientos, en su alma, se ve volcado en la pintura.
“Lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos”, dice Lord Henry. El estar joven lo significaba todo, tal es así que Dorian manifiesta “si la belleza se pierde, se pierde todo”. Es importante recalcar que ya varios siglos atrás, la belleza y el parecer joven significa mucho para la sociedad. Si uno no es joven no es nada pues la juventud es la etapa divina, la etapa donde podemos llevar a cabo todo lo que queramos sin problemas. El narcisismo de Dorian es excesivo. La admiración que siente por sí mismo es demasiada. “Soy joven, soy perfecto... ¡Quisiera ser así para siempre!” ¿Y quién no? ¿Para qué envejecer si cuando lo hacemos no somos nada en esta sociedad?
“Lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos”, dice Lord Henry. El estar joven lo significaba todo, tal es así que Dorian manifiesta “si la belleza se pierde, se pierde todo”. Es importante recalcar que ya varios siglos atrás, la belleza y el parecer joven significa mucho para la sociedad. Si uno no es joven no es nada pues la juventud es la etapa divina, la etapa donde podemos llevar a cabo todo lo que queramos sin problemas. El narcisismo de Dorian es excesivo. La admiración que siente por sí mismo es demasiada. “Soy joven, soy perfecto... ¡Quisiera ser así para siempre!” ¿Y quién no? ¿Para qué envejecer si cuando lo hacemos no somos nada en esta sociedad?
Es curioso, entonces, lo que plantea el autor
Fernando Savater señalando que “quien no
es joven, está muerto… a los viejos nadie los desea ya…”. Esta idea que
Lord Henry plantea en Dorian de que la belleza lo es todo y debemos contar con
ella eternamente es similar a la que poseemos hoy. Si somos viejos, si no nos
vemos jóvenes y atractivos, no estamos al alcance de nada, todo pasa por
nuestro alrededor como vimos pasar los años que se nos han ido. Lo que la
belleza y juventud le garantizaban a Dorian: un mantenimiento de su estrato social
más el gran reconocimiento entre las familia, hoy, de algún modo -no tanto la
belleza como la juventud- son también las que garantizan a cualquier persona ser
considerada más hábil o mejor que otra. Si sos viejo, tu tiempo pasó y seguro,
ya no debés servir…
A la hora de buscar un empleo, por ejemplo, no
hay más que fijarse en las edades requeridas para darse cuenta cuán excluyente
se empieza a ser con las personas mayores a los cuarenta años. ¿Por qué? ¿La
experiencia es menos importante que la edad? ¿Y por qué para el anuncio de
productos de belleza se elige a la chica delgada y no a la que tiene unos
kilitos de más pero se siente igual de hermosa que la otra?
Son ideas a las que no adhiero pero que cada
día veo más presentes. Que la imagen
importe más que la inteligencia o la experiencia es algo nefasto, a mi modo de ver. Preguntas básicas y clichés cómo
“¿Qué es realmente la belleza?” o “La
belleza es algo subjetivo”, no deben ser vistos como meras frases usadas y
repetidas. Lo que se considera bello y,
por lo tanto, con aires de juventud, es más propenso a ser utilizado como
producto en el inmenso mercado del cual todos somos parte, mercado donde unos pocos determinan qué es bello y qué no.
Es, creo yo, un error pensar que la juventud y belleza recae
en lo que otros ven en nuestro exterior.
Somos jóvenes si ansiamos seguir viviendo
disfrutando a pleno. La juventud la llevamos dentro y emerge cuando decidimos
dar otro paso adelante, un paso hacia nuestra felicidad que nos hará ver
jóvenes y bellos como nunca antes. Es nuestra obligación como sociedad,
entonces, expulsar esos estereotipos que se nos son inculcados para
darle paso a una era más libre y sin restricciones donde todos tengamos las
mismas oportunidades sin importar edad, sexo, ni nada de nada.
Santiago Lechmann
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