domingo, 19 de agosto de 2007

La plaza "Nunca más" (ex Lonardi) y su gente

Elegimos focalizar la mirada en la plaza "Nunca más" ubicada en nuestro barrio Villa Pueyrredón. Esta es una plaza bastante cuidada: los bancos y los juegos están bien pintados. Se observa mucho movimiento ya que está pegada a la estación de tren y continuamente la gente pasa para utilizar este medio de transporte. En un sector hay cartoneros y se puede ver que utilizan ese lugar como vivienda: hay colchones y también elementos de cocina.
Decidimos focalizar en el tema de la comunidad cartonera para saber, cómo vive, cómo sobrelleva esa vida y si se siente o no discriminada por los vecinos de la plaza.
Es por eso que entrevistamos a uno de ellos, quien amablemente aceptó charlar con nosotras y contarnos un poco de su vida. Hablamos con “Shrek” quien nos comentó que pasó a ser cartonero, ya que por perder a su familia entera solo le quedó una sola opción: vivir en la calle de la forma más digna que pudo encontrar, juntando cartones.
“Shrek” tiene 26 años y dice:- No me molesta ser cartonero ni vivir en la calle, obviamente me gustaría tener una vida más piola, pero sé que es imposible porque la gente nos re discrimina y nadie nos da trabajo, es por eso que no me queda otra que juntar cartones.

¿Cómo los tratan los vecinos?
- Hay de todo un poco, hay gente que nos manda a la policía todo el tiempo, y buscan excusas para echarnos, y otros nos tratan bien, nos ayudan con alimentos, colchones, ropas, entre otras cosas. Nosotros no tenemos problemas con nadie ahora, pero corte que si se meten con nosotros, ahí sí, tenemos “bondis” (problemas), por ejemplo hace poco tuvimos problemas con unos pibitos, que robaban carteras acá en la plaza, los paramos y les dijimos que no se zarparan porque a los primeros que les iban a echar la culpa era a nosotros, y los pibes como estaban re drogados se enojaron y me empezaron a picotear (que te peguen de a muchos) y ahí se armó una batalla campal, porque justo había unos pibitos que me conocían y “saltaron” por mí.

Con esta anécdota finalizamos la entrevista y nos dimos cuenta de que mucha gente está equivocada: son personas igual que nosotros, la única diferencia es que les tocó un destino diferente y no por eso hay que excluirlos de la sociedad.
Para sacarnos dudas sobre lo que opinaba la gente sobre ellos, conversamos con una mujer que estaba con su hijo en la plaza:

- No me molestan, siempre traigo a mi hijo a esta plaza porque me gusta, es grande y está muy cuidada, los cartoneros están a un costado, “en su mundo”, y no joden a nadie. No te voy a negar que sí me molesta mucho que se estén drogando y más cuando mi hijo está jugando ahí al costadito, pero soy consciente de que no solo los cartoneros son los que se drogan y que por más que cambie de plaza voy a seguir viendo la misma imagen, la droga está presente en todos lados, y no por eso me voy a quedar en mi casa.

También hablamos con otra señora que estaba paseando al perro: - Me molesta rotundamente la llegada de los cartoneros a la plaza, desde que están acá es un descontrol: se la pasan todo el tiempo creando conflicto y el sector donde se encuentran está todo sucio. Ya presenté varias denuncias en su contra, pero la solución nunca llega, pero por más que me molesten no voy a dejar de venir a la plaza a la cual asisto desde hace tantos años.
Para completar la información concurrimos a un Centro Cultural de Villa Pueyrredón “Nunca Más”, está a tres cuadras de la plaza, en Nazca y Cabezón. Allí se dan clases de gimnasia, se realizan reuniones de jubilados, exposiciones y, por sobre todo, se lleva a cabo una actividad muy importante para el barrio, se hacen reuniones vecinales en las que algunos vecinos muy comprometidos, opinan sobre las obras que se realizan en Villa Pueyrredón y proponen nuevas reformas. Uno de los temas principales es la plaza ya mencionada, buscan la manera de mantenerla en condiciones, de mantener la seguridad, la limpieza y la familiaridad que tiene esta y muchas otras plazas, ya que es concurrida por muchas mamás con nenes pequeños, abuelas, y, también, adolescentes. En este momento la Asamblea está buscando la manera de terminar con la droga en el lugar, algo difícil y anhelado por todos los vecinos de Villa Pueyrredón, pero la única opción que ven cercana es la de seguir insistiéndole a la policía para que patrulle la zona más seguido, debido a que ésta siempre se compromete a hacerlo pero sólo aparece una vez por día y sólo para “figurar”, porque nunca hace nada. Siempre son los mismos los que compran, venden y consumen droga en el lugar. Otra medida fue la de pintar los bancos y la fuente, que se realizó hace menos de dos meses, y a los 5 días de haberlo hecho, algunas “banditas” de jóvenes se encargaron de volver a dibujar los graffitis clásicos de la misma, en la Asamblea se respeta al llamado “arte urbano” pero creen que, según lo que uno de los vecinos dijo textualmente:- “es una falta de respeto que no se considere que si está pintado es porque hubo un esfuerzo para poder realizarlo”. Es una pena que la mayoría de la gente del barrio no sepa que funciona esta asamblea, que no tiene ningún fin de lucro y que hace tanto por nuestro barrio.

Nos parece interesante agregar lo que nos contó un amigo nuestro, que también para en la plaza, al que le decimos “El Queko”.

-Mi vida no siempre fue un “bardo”, yo tenía una vida normal, iba a la escuela, salía con los pibes, jugaba al fútbol, pero siempre me persiguió la mala junta. Al principio yo no quería, pero al final terminé cayendo en la droga, y ahí mi vida empezó a ser un bardo, necesitaba más plata para mantener mi vicio, ya no me importaba el colegio, mi familia ni nada de lo que antes era importante para mí, imaginate, con la guita que yo rescataba en un día podía vivir una banda de tiempo re “bakan” (ganador), para qué iba a estudiar si conseguía todo lo que quería sacándoselo a los demás. Cada vez mi vicio fue más “groso” y terminé en la peor, el paco, así mi vida terminó transformándose en un re “bondi” hasta que en mi último robo, de tan dado vuelta que estaba ni me rescaté que venía la gorra y me agarraron. Lo peor fue que no sólo quedé preso sino que pasé las fiestas de fin de año ahí adentro, ganándome el respeto de los demás. Ahí “toqué fondo” y me puse yo mismo un “rescatate”, ya no podía seguir así, corte que ni mi vieja ni mi hermana se lo merecían. Hoy estoy orgulloso de ser lo que soy, porque me estoy rehabilitando y estoy tratando de volver a tener una vida normal.


Romina Gasali
Julieta Gualdoni
Agustina Gonzalez

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